jueves, 4 de abril de 2013

“Por muy grande que sea ese dolor, la esperanza aún se alza a cien codos más arriba”- Isidoro Ducasse




Nacido el 4 de abril de 1846, en
Montevideo sitiado.







¿Qué decir de un ser extraviado del Amor (del amor de sus padres, de su familia, de sus compatriotas, de su tierra,  de los descendientes de sus coterráneos), tan suprimido que, hasta  fotografías y cartas testimoniantes de su tangibilidad fueron literalmente evaporadas por diversas circunstancias y en diferentes momentos de su corta vida?

¿Qué decir de Isidoro Ducasse,  
nuestro Desolado Mayor?


Tampoco terminan de decir acabadamente sobre su Poesía los eruditos. “Está maldita, como él”, se conforman con decir muchos.


"Conocí a Ducasse en el Liceo de Pau, en
el año 1864. Aún veo a ese joven alto, 
delgado, algo encorvado, pálido, con los 
cabellos largos cayéndole sobre la frente ...
Habitualmente estaba triste y siIencioso,
como retraído en sí mismo. Dos o tres 
veces me habló con cierta animación de 
esos países de ultramar donde la vida era 
libre y feliz.
Muchas veces pasaba horas enteras con
los codos apoyados en el pupitre y las 
manos en la frente, los ojos fijos sobre 
algún libro clásico que no leía; era 
evidente que sufría de nostalgia y que lo 
mejor que sus padres hubieran debido 
hacer era traerlo de vuelta
a Montevideo”.

Fragmento del testimonio de Paul Lespes,
sesenta años después de haber sido
compañero de Isidoro en el Liceo de Tarbes,
Francia.




En esta Casa, una lágrima muda desliza con ternura sus Cantos hacia otro joven, hacia esa esperanza que puede alzarse cien codos más arriba que el dolor, como el Condecito quiso decir alguna vez.

Y ese otro joven, cabal esperanza, así le contesta:



Carta a Lautréamont

Desvivo y vivo, hoy te escribo esta carta
harta mi cara se impacta al leer tus frases
descartes en mi mente mientras observo el póquer de ases
piel erizada, y un latir inconcebible
transportado a un aljibe falto de luz
eso es lo que hiciste, magia en un libro
sobrepasando cualquier idioma
una conexión extraordinaria de ordinaria forma

forma parte de mi vida, al día, de hoy
te digo gracias, aunque eso es lo que eludo
un saludo, burdo y mudo
para quien le hizo frente
a los peores fantasmas del mundo.

un café, un cigarro, un poema
un rap, un trago, una canción
y debajo de mi almohada
de por vida los cantos de Maldoror.

Bryan Francia

Gracias, querido Bryan. 
Otra muestra de otro mito que se derrumba, porque los jóvenes sí leen Poesía. 
No necesariamente está hecha para ser entendida la Poesía; tal vez hoy es suficiente con que sea sentida. Ése es el paso ineludible.


De izquierda a derecha, el segundo, Bryan, con
CharrúasCrew.

Bryan, el último a la derecha, 
con CharrúasCrew.
Búscalos en Youtube y en Facebook.
Pronto podrás disfrutar
la grabación de esta "Carta".




Y Gracias también a Ti, Lector/a, por tu compañía, en esta noche especial. 
Por un instante, nuestro Desolado Mayor 
no estuvo solito.