Cayman Islands (1999)
¡100!
El número 100 no es mágico, pero sí es significativo.
Llegar a 100 años de vida es casi imposible para los seres
humanos, pero muy factible para las instituciones.
He tenido la dicha de festejar varias:
– Los 100 años de Nacional, el 14 de mayo de 1999.
– Los 100 años de Rotary Internationa,l el 23 de febrero de
2005.
– También estuve, hace muchos años, en los festejos de los
175 años del Practicaje Nacional.
– El año pasado, el 18 de mayo, se conmemoraron los 200 años
del inicio de la gesta Libertadora.
– En cuanto a logros particulares, recuerdo que en mi primer
viaje a Bahía Blanca con el buque Quijote, en el 73, luego de acontecimientos
nefastos, efectué mi viaje Nº 100 a cargar sal, a dicho puerto.
El caso que ahora me ocupa es el cuento Número 100, que es
éste y que deseo que no sea “puro cuento”.
Hace unos días escribí “Los sobrinos del Capitán” que
tampoco era “un cuento del tío”
Cuando entré de Práctico, luego de estar navegando,
embarcado en buques de bandera uruguaya durante 19 años, había visitado 25
países.
Comencé en el 81 a viajar como pasajero y a poder visitar y
conocer diferentes países, etnias y culturas.
En el 85 llegué a 36; en el 89 a 50; en el 94 a 70; en el 96
a 81 y en el 98, año en que más países visité, llegué a 96 países visitados.
En el 99, mi último año como Práctico del Río Uruguay, Río
de la Plata y Litoral Marítimo Oceánico, tenía solamente 21 días de licencia.
Planifiqué entonces, un viaje que tenía pensado, pero postergado
por razones tanto ideológicas como familiares: visitar Cuba y las islas
caribeñas cercanas. Allí me dirigiría en mayo.
A Miryam no le interesaba y prefería ir a Europa, luego de
que me jubilara, por lo que viajaría solo.
Tenía millas de Smiles con lo que podía ir hasta Venezuela
en Varig. Contacté una Agencia que era especialista en viajes al Caribe y le
compré: por Cubana, i/v Caracas – La Habana, i/v La Habana – Nassau y por
Jamaica Air: La Habana - Montego Bay - Cayman Is. - Kingston - La Habana.
Cuba fue mi 97º país visitado. Llegué a La Habana, y me
hospedé en uno de los nuevos hoteles sobre la costa, a bastante distancia del
centro.
En esos cuatro días, recorrí la ciudad a mi antojo. Anduve
en un bus turístico que me conducía a la ciudad vieja y visité los lugares más
importantes: La Universidad, La Catedral, El Teatro Nacional y su Escuela de
Ballet, el Fuerte del Morro, el extraordinario Capitolio y en especial la Sala
Camilo, el Museo de la Revolución, con la réplica en cera de las figuras a
tamaño natural del Che y de Camilo. Vi también la embarcación Granma, donde
llegaron desde México en 1956, dando comienzo la revolución.
Visité detenidamente el bello monumento a Martí, paseé por
las callejuelas de la ciudad vieja, entré a La Bodeguita del Medio y me tomé un
mojito en el Floridita, el bar que hizo famoso Hemingway.
En el puerto se encontraba atracado el Buque escuela español
Sebastián Elcano. Visité la Oficina de Prácticos donde me recibieron muy
cortésmente. A uno lo había conocido en el Congreso de Río del 96 y almorcé con
ellos.
Se efectuaba esa semana una Feria de Turismo, y Osmani, mi
primo, era Ministro de esa cartera. Traté de entrevistarme con él y conseguí solamente
que me llamara disculpándose y quedamos de vernos varios después cuando
retornara.
En el mismo hotel se encontraba el Gerente de la Agencia de
Montevideo que me vendió los pasajes y le pedí que para mi vuelta me cambiara
al hotel Inglaterra, un “belle epoque” muy bien conservado y céntrico.
Volé a Nassau, Bahamas. Poco interesante para ver en el
centro, me dediqué a hacer playa. Visité varias. El domingo fui a la playa
privada del Radisson, almorcé allí y por la tarde tomé una lancha hacia Paradise
I. para conocer el inmenso y lujoso hotel Atlantis, Las paredes del restorán
son parte de un gran acuario. La última noche visité el Cable Beach Rotary
Club.
Regresé a Cuba, pasando dos noches en un “todo incluido”
Meliá en Varadero. La segunda noche cambié el lugar de cena y además asistí a
un show cubano. Recorrí la zona en un simpático trencito y disfruté del
espléndido mar y su playa.
Volé hacia Montego Bay, Jamaica. También allí fui a la playa
y al Rotary. La segunda y última tarde quise conocer el centro, que distaba
pocas cuadras. Fui caminando y llegué a
una gran plaza en momentos que salían del colegio y había mucha gente esperando
ómnibus. Me detuve a observar el movimiento y a tomar una foto. Fue cuando
percibí que habría cerca de doscientas personas y el único blanco a la redonda,
era yo.
Proseguí con mis vuelos. Iba en pos de mi meta del viaje.
Llegué al aeropuerto de George Town en Gran Cayman y por
tanto estaba visitando el país número 100, Cayman Islands.
Fueron descubiertas por Colón en 1503. En 1586 Francis Drake
atracó en las islas y las bautizó con su actual nombre. Inglaterra las ocupó.
España reconoció la soberanía inglesa en 1670. Fue gobernada junto a Jamaica
hasta que ésta se independizó en 1962. Desde esa fecha es territorio de
Ultramar del Reino Unido.
Tomé un taxi y me alojé durante tres noches en Seven Mile
Beach, en un cómodo hotel junto al tranquilo mar.
También visité la pequeña George Town, Capital del”Paraíso
Fiscal”, famosa por sus bancos y tan de moda en esos años.
Además de comprobar su poco tamaño la encontré muy bien
arregladita, pintada, pulcra y florida.
Volví a Jamaica y vía Montego Bay, llegué a Kingston, su
Capital. Me alojé en el Hilton ya que allí se reunía el Kingston-Downtown
Rotary Club al mediodía siguiente. Esa noche disfruté de su linda piscina al
aire libre y luego cené. A la mañana recorrí New Kingston, zona próxima al
hotel.
Luego del almuerzo rotario, uno de los socios me llevó hasta
el centro, que yo quería conocer. Me advirtió que tuviera cuidado. Caminé, tomé
fotos y luego de un rato, en un taxi, me dirigí a la cercana y antigua ciudad
de Spanish Town, la que fue capital hasta el siglo XIX.
Nuevamente, vía Montego Bay, regresé a La Habana. Ahora
tenía reservado el viejo, hermoso y céntrico Hotel Inglaterra. No tenía que
tomar ómnibus y todo estaba al alcance de la mano o de mis todavía resistentes
piernas.
Entre las visitas de esos dos últimos días se encontraban el
Museo de la Ciudad, con sus guardias vestidos con trajes de la época española.
El edificio barroco cubano del siglo XVIII, ex Palacio de
los Capitanes Generales se encuentra entre los mejores conservados. Tiene,
entre otros rasgos destacables, un hermoso patio con el monumento a Colón,
escaleras en madera tallada de gran calidad, excelentes candelabros y arañas y
la sala con la pequeña estatua de La Giraldilla, símbolo de la ciudad, primera
veleta fundida en bronce. También visité una fábrica de cigarros de hoja,
confeccionados manualmente a la vista de los visitantes.
Tampoco tuve noticias de mi primo Osmani. Sí, supe del
mayor, que se encontraba enfermo y le mandé saludos, por una empleada del hotel
que me comentó lo conocía. Volé de retorno.
Había cumplido mi propósito: Visitar Cuba y llegar al “País 100”.